domingo, julio 22, 2007

LO QUE NO SE SABE ENCONTRAR.

EL PROBLEMA CENTRAL DEL PERÚ ACTUAL.

La mayoría de los programas y analistas políticos de los medios de comunicación, se preguntan cómo es que luego de una intensiva transferencia de recursos y competencias a los gobiernos regionales y locales, por parte del gobierno central, se hayan producido las movilizaciones sociales que han afectado al país en los últimos días. Y es que cuando casi todos los indicadores económicos nacionales son mucho más altos de lo programado, tal como prometió el presidente García, el común de la gente se pregunta ¿en qué país vivimos? ¿porqué razón los pueblos se movilizan a pesar que son evidentes los esfuerzos del gobierno por cambiar la situación tradicional del país? Es que acaso ¿se han olvidado la austeridad que es ahora norma y política del gobierno, y que llevó a la reducción de los sueldos de toda la alta burocracia del Estado? Por supuesto que no lo han hecho, y ello fue evidente en los altos índices de aprobación de los primeros meses.

Es cierto que el país quería y quiere un cambio, de manera que no es fácil entender porqué no hay un respaldo mayoritario y activo a los cambios dados por el actual gobierno. ¿Qué es lo que ha fallado? ¿Porqué no se produce la misma química que en el anterior periodo, en que la alta popularidad pasó los limites de los dos primeros años de gobierno? Desde nuestro punto de vista se ha equivocado el diagnóstico de la real situación política y social del país, lo que ha llevado a la elaboración de una poco sólida estrategia de gobierno.

La gran parte de gobiernos que ha tenido el Perú en su periodo republicano se han caracterizado por obedecer a una visión occidental (euronorteamericana) del desenvolvimiento social. El producto ha sido ese Perú formal, diferente al Perú profundo, que siempre ha reinado desde la costa, y que tantos estudiosos sociales desde Haya, Mariátegui y Basadre hasta Matos Mar ya denunciaron. Frente a esta realidad se ha adolecido del defecto de la modernización occidentalista que se ha aplicado desde el Estado hasta las entidades promotoras del desarrollo. Semanas atrás un funcionario del MIMDES denunciaba que en los últimos años se habían empleado más de diez mil millones de dólares en combatir la pobreza y ésta sólo habría bajado dos puntos porcentuales. ¿Qué es lo que hay en común entre ambas realidades, la de la actual transferencia y el gasto de otros gobiernos? Mucho más de lo que parece.

Los países occidentales desde los años 50 nos han vendido una idea de desarrollo que nos hace creer que sus referentes son los ideales que nuestros países deben aceptar y seguir. Ya Haya de la Torre cuestionó esa visión en “Mensaje de la Europa Nórdica”, planteando que había encontrado modelos sociales alternativos a los del capitalismo privado y de Estado. Y la historia una vez más le ha dado la razón, no por las puras los países nórdicos encabezan el ranking mundial de Desarrollo Humano. En el Perú y América Latina nos comimos con gusto el caramelo del industrialismo y el crecimiento económico, como paradigma del desarrollo. Y es que esa ha sido la lógica del gran capital, privado y de Estado: Crecer. Esta ha sido la versión economicista del Desarrollo.

En el mundo andino no se sigue esa misma lógica. Y cuando este mundo, ya incorporado a la vida ciudadana activa, es confrontado a ese modelo, por supuesto que no lo siente suyo y protesta. No debe olvidarse los principios básicos de la cultura andina, la reciprocidad, la laboriosidad y la veracidad. Desde los Andes no puede concebirse cómo, haciendo producir nuestras riquezas naturales, se carezca de empleo, se tenga que depender de la beneficencia social y, peor aún, persistan los abismos sociales. Como bien se ha dicho en los últimos días, el problema real de nuestro país no es sólo combatir la pobreza, sino también la inequidad social. Y ello se logra no sólo con políticas económicas, ni políticas de beneficencia social, que es la verdadera denominación que debería dársele a las “políticas sociales” ideadas desde el neoliberalismo. Ello será posible en aquellos países que no han tenido nuestra historia, que han resuelto las fracturas de su devenir. En nuestro país eso no es así. En el Perú aún persiste la discriminación racial, la marginación social y el dominio político criollo. El hombre andino, para decirlo en pocas palabras, aún no se siente dueño de su destino. Y así lo fuera ya, esa realidad no ha llegado a sus sentimientos.

En el mes de mayo del año 2006, publiqué un artículo titulado ¿Cómo ganar el Mundo Andino? En que relancé el imperativo de una revolución de los espíritus en nuestro país, en la misma línea de la advocación de Haya de la Torre hace más de 80 años. Lo hice basándome en las características de la idiosincrasia de nuestros pueblos andinos, en los que son fundamentales el carácter de las personas y de las instituciones comunales. El despotismo, , el burocratismo, la ociosidad y otros vicios más de nuestra cultura criolla, son indignantes para el hombre andino. Aceptan y comprenden las diferencias de ingreso económico, pero de ninguna manera consideran que ello justifique cualquier tipo de abuso. Por el contrario, la riqueza genera responsabilidades de carácter social y comunal.

La sociedad andina está alcanzando un nivel de desarrollo en que es conciente de su capacidad para enfrentar esos vicios, pero espera que sea el Estado el que lo haga en primer lugar, tal como es la imagen que tienen de su poder y justificación de existencia. El sistema democrático implica la posibilidad de participar del Estado y de ponerle una agenda de trabajo. Y es al momento de votar y candidatear que los ciudadanos ejercemos ese derecho. La mayoritaria expresión por el cambio de las últimas elecciones generales, significaban no sólo opiniones sobre el sistema económico, sino también sobre los sistemas político y social. Luego, veamos ¿cuánto se ha combatido el abuso en nuestro país? ¿Se ha reformado el poder judicial? ¿Se ha acabado con el abuso de los que tienen poder económico o político? ¿Qué se ha hecho para hacer de todos los peruanos ciudadanos del mismo rango o nivel? Las movilizaciones de estos días debemos entenderlas contra todo el sistema político, no sólo contra el gobierno central.

Es evidente que existe un enorme déficit en estos y muchos otros temas más, de carácter político, social y cultural. Pero, lo peor es preguntarnos ¿qué sector del Estado debería atacar estos problemas? Ciertamente no existe ni puede existir uno exclusivo (salvo el de la Cultura que paradójicamente la burocracia neoliberal no ha dejado pasar, o el del CEPLAN que también ha sido su víctima), y ello se debe a que son políticas de Estado de carácter transversal a todas las instancias de gobierno. He aquí una demostración adicional de cómo la propia estructura del Estado no corresponde a las verdaderas necesidades nacionales.

En el inicio de este segundo año debe replantearse la jerarquía de objetivos y estrategias de gobierno, dando un enfoque realmente político y social a sus acciones. Ello implica construir un modelo integral de desarrollo, ejecutado simultáneamente, combinando políticas socio-culturales con políticas económicas, que no deben descuidarse evidentemente. Y en el ámbito de la gerencia de este nuevo año, debe hacerse una convocatoria abierta a la construcción de un nuevo consenso social, basada en la concertación y la inclusión social. Esta política implica una movilización social de todo el Perú, con una mayor responsabilidad social de los empresarios, con el compromiso de la empleocracia estatal, con una participación activa de la juventud y, lo más importante, con una voluntad expresa del pueblo de trabajar conjuntamente con sus gobernantes. Ese sería un nuevo Perú, que es justamente por el que votaron los peruanos en las últimas elecciones presidenciales.

Lima, 20 de julio del 2007.

CURSO EN DESARROLLO INTEGRAL JICA - JAPON.

CURSO COHESIÓN SOCIAL Y LOS BICENTENARIOS. FIIAP - AECID.

PREMIACIÓN A LA MUJER CAJAMARQUINA

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