viernes, setiembre 21, 2007

Esta no es una hora triste para nosotros!!!

Era muy temprano por la mañana del dia de hoy, 21 de setiembre, cuando nos enteramos que la Corte Suprema chilena había aprobado la extradición del ex dictador Alberto fujimori. Pasada la alegría del momento llegaron a mí sucesivamente diversas imágenes de la lucha contra la satrapía fujimorista.

La primera de todas, el 5 de abril por la mañana, cuando quería acercarme al local del APRA en Alfonso Ugarte y una recua de soldaditos armados hasta los dientes en la esquina de Uruguay y Alfonso Ugarte no nos dejaban pasar.

Otra escena que llegó a mi memoria, y que dejó grabado en mí la esencia de la lealtad y consecuencia de una mujer a su esposo, la de la c. Pilar Nores, intentado pasar hacia el poder judicial a presentar un hábeas corpus exigiendo la libertad del c. Alan García, de quién no se supo nada hasta días después. Esa mañana fría de otoño, éramos muy pocos los compañeros que estuvimos acompañando a Pilar, el primero de todos Jorge del Castillo, luego Miguelito Rosas, Ricardo Pinedo, Carlos Arana, entre otros más cuyos nombres sería largo enumerar. Ese día me quedó grabado por tres cosas, primero porque todos vimos cómo por una ventana del Palacio de Justicia se sacaban a una camioneta del ejército bolsones llenos de documentos (luego se presumiría que dicha operación había sido ordenada por montesinos); en segundo lugar, un soberano puñetazo que Jorge del Castillo le propinó a un tal Fort, quien se había detenido al lado del público para gritar consignas contra el aprismo. Y la última, e impresionante, fue que la policía soltó una bomba lacrimógena contra la multitud que se iba congregando en torno a Pilar, a pedir por la vida del desaparecido Alan García, pero a pesar del estallido de la bomba lacrimógena, la primera dama se quedó estática en medio de la humareda, demostrando que a ella, como nunca pudieron hacerlo tampoco con nuestras madres y nuestras abuelas, no la iban a asustar para que cejara en la defensa de la vida de su marido.

Lamentablemente pasaría mucho tiempo para que el pueblo peruano se diera cuenta de la calaña del dictador y su súper asesor. Pero fueron los jóvenes, siempre los jóvenes, los que le devolvieron la dignidad a la patria, un histórico 4 de junio. Cómo olvidar que esa tarde decenas de miles de jóvenes vencieron el miedo de la represión del Estado absolutista, y salieron con la voz y las banderas al aire: Y va a caer… y va a caer…la dictadura va a caer!!!!

El aprismo consecuente nunca estuvo al margen de la movilización popular, en costa sierra y montaña. Los pocos compañeros leales al aprismo de toda su vida, manteniendo sus locales abiertos, captando firmas para recuperar nuestra inscripción oficial como partido, movilizándose con el resto de la oposición; aunque ésta no siempre nos acompañó, como cuando se dio la ley “anti alan” y sólo nos movilizamos los apristas con un fervor tal que llegamos hasta la misma puerta del Congreso, venciendo la resistencia policial. Esa noche, la represión policial fue brutal, resultando con la cabeza rota el c. Mauricio Mulder y como 10 compañeros internados en hospitales y decenas más detenidos en los cuarteles de la guardia de asalto. Un episodio similar se vivió en una de las marchas que convocó la oposición y que casi termina tomando Palacio de Gobierno. Esa tarde, la c. Mercedes Cabanillas –quien no era aún congresista- llegó hasta la mismísima puerta de Palacio de Gobierno, momentos antes de que la guardia presidencial, superando la sorpresa de haber sido rebasada por la multitud, que rompió las cadenas de las puertas de fierro, comenzara a disparar contra la multitud. Los valientes compañeros de la US-11 tuvieron que levantar en vilo a Meche y sacarla corriendo para que no le cayera una bala de fusil.

Héroes, hubieron muchos, la primera, la c. Olga Farías, quien le metió un tortazo en la cara al felón de Humberto Olivera. Otro acto, el del c. Jesús Bonifaz quien en el poder judicial le propinó un rotundo golpe en el hígado a un delincuente que pretendió inculpar a nuestro lider en operaciones delictuosas. Los dirigentes y militantes de esas horas no éramos muchos, pero queríamos a nuestro partido. No teníamos expectativa alguna de ser gobierno y mucho menos de llegar a un puesto público, estábamos solamente porque habíamos prometido “jamás desertar” (cuando entonamos la gloriosa Marsellesa Aprista). Y el aprismo se mantuvo así, supimos cuántos éramos y quiénes éramos. Los que continuamos haciendo aprismo en las horas aciagas de la dictadura lo hacíamos para llevar solamente la tranquilidad en el espíritu del deber cumplido, como quien sabe que le es leal al amor de su vida. Así fuimos los apristas consecuentes en la década de los 90.

Y fuimos ejemplo a nivel nacional, dignos herederos de nuestros antepasados, en costa, sierra y montaña el aprismo estuvo invívito en su lucha por la justicia social y la libertad. La más grande movilización popular que recuerda la historia fue la Marcha de los 4 Suyos, tuvo como fuerza vital a los apristas. Fuimos nosotros los que le pusimos mística, organización, disciplina y línea política. No hay que sino recordar el gigantesco escalón aprista el 28 de julio, cuando desfiló frente al estrado del Paseo de la República. Y ni qué decir de la majestuosa jornada de combate del día siguiente que tuvo en los apristas a los más aguerridos, fraternos e inteligentes combatientes.

Nadie como los apristas, enfrentó al dictador Fujimori, desde el principio de su satrapía, nadie como los apristas, puso sangre, sudor y lágrimas para derrotarlo;
Nadie como los apristas debe celebrar con la mayor satisfacción que sea en nuestro gobierno que se juzgue en vida a un dictador, el cual lucró a costa del dolor del pueblo, el cual traicionó a la patria en pleno conflicto con un país extranjero, el mismo que entregó nuestras riquezas en condiciones serviles, el que cometió genocidio.

Los apristas a lo largo de nuestra historia hemos sabido de dictadores que nos persiguieron, que mataron a los mejores hijos del pueblo, que dieron el mal ejemplo al convertir al poder en tablado de sus bajas pasiones, razón por la cual nuestro país se debate en la anomia aguda. Nunca fue un dictador sancionado, juzgado y castigado por engañar al pueblo y servirse de él. No es sino éste el momento para empezar una nueva historia, ejemplarizando y sancionando con todo el peso de la ley. Sino ocurre ahora, NADA habrá cambiado en este país, significará que los poderosos pueden seguir abusando, que la corrupción puede seguir empeorando y que el país puede continuarse hundiendo. Y eso, los apristas de verdad, no lo podremos permitir. Por eso, éste no es un día triste para nosotros, sino el día de la ratificación de nuestro compromiso de continuar en la lucha por la justicia y la libertad de nuestros pueblos.

Apristamente,

Arturo Ojeda.

CURSO EN DESARROLLO INTEGRAL JICA - JAPON.

CURSO COHESIÓN SOCIAL Y LOS BICENTENARIOS. FIIAP - AECID.

PREMIACIÓN A LA MUJER CAJAMARQUINA

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