domingo, noviembre 02, 2008

LA REVOLUCIÓN (POLÍTICA) DE OBAMA.

Todo pareciera apuntar a que este martes 4 de noviembre será elegido Barack Hussein Obama como el nuevo presidente de los Estados Unidos. Y digo pareciera porque, de acuerdo a los analistas políticos norteamericanos, el factor racial podría influir a última hora en el comportamiento del electorado blanco. Una vez más factores no clasistas sino raciales –étnicos- podrían influir en los destinos de un pueblo.

Empero, como lo he venido expresando desde que comencé a opinar sobre las elecciones norteamericanas, a mi gusto lo más importante ha sido la verdadera revolución que en la política inició Obama. El primer gran hecho fue cómo un hombre negro sin mayor vinculación con los grandes poderes económicos ni la cúpula del poder de su Partido, pudo imponerse a la candidata que gozaba del apoyo incondicional del stablishment político demócrata. ¿Con qué capital contaba Obama para haber iniciado semejante cruzada? Que se sepa no es un hombre de fortuna. Alguna vez comentó que su abuela tuvo que sacrificar todo su patrimonio para lograr que su nieto estudiara derecho, en un país donde es un verdadero privilegio el hacerlo. Una vez graduado, su principal labor fue poner sus conocimientos al servicio de los más necesitados de los sectores marginales de su país, hecho totalmente contrario a la tradición norteamericana de esa profesión, en que los abogados se convierten en constructores de fortunas en base al alto nivel de sus honorarios. Todo ello en medio de una sociedad “yuppie” en que el dios supremo era el dinero y la mejor forma de conseguirlo era deshumanizarse convirtiéndose en un “pragmático neoliberal”, portaestandarte del capitalismo salvaje, tal como lo definiera Juan Pablo II.

Imagino cuántos se habrán mofado de ese “muchacho” (como llaman despectivamente a los negros en Estados Unidos) que en lugar de dedicarse a hacer dinero se abocó a hacer obra social. Pero ese “boy” fue conociendo por dentro qué tan putrefacto estaba el sistema y qué tan harta estaba la gente de éste. No será difícil imaginar tampoco cuántos lo habrán tildado de loco cuando se atrevió a soñar con alcanzar el cambio para su país. Enfrentarse a las cúpulas tradicionales y millonarias, a los poderes “fácticos” (las transnacionales, las argollas políticas, la prensa, etc.) es algo que a muchos intimida. Pero, al parecer, con Obama no fue así. No se arredró y por el contrario, suponemos, se puso a divulgar su prédica, a captar y movilizar voluntades, las mismas que lo llevaron, en primera instancia a ser elegido como senador. Ahí ya logró el espacio necesario para conocer el monstruo por dentro y saber cómo enfrentarlo.

Tanto en las primarias demócratas como estas elecciones generales, Obama empezó con menores presupuestos y terminó concitando el mayor apoyo financiero. ¿No que sin plata no se puede iniciar ninguna odisea política? Obama ha demostrado en la práctica lo que vino siendo una verdad teórica: en estos días, mucho más que el capital material importa el inmaterial, en este caso el intelecto y la trayectoria personal. Ninguno de esos aspectos se logra con todos los millones del mundo.

Pero lo más emotivo de toda esta historia, cuyo primer capítulo culmina este martes 4 de noviembre, para nosotros los indoamericanos una fecha de epónima recordación por la revolución de Túpac Amaru II, es la movilización de los espíritus que ha logrado Obama entre lo más puro de su país, como son los jóvenes. Los reportajes llegados de Estados Unidos narran cómo la juventud y las mujeres caminan puerta a puerta pidiendo respaldar este nuevo sueño, el retorno de la promesa original americana de alcanzar la felicidad y derrotar la injusticia y la intolerancia. He ahí la principal fuerza de este verdadero outsider de la política norteamericana, la gente que le da su confianza, en un país donde todo tiene precio y ha habido tantos y tantos estafadores de la política. Pero el Pueblo que lo sigue lo hace a cambio de nada, sólo con el objetivo de recuperar sus viejos valores, su capacidad para volver a ser una comunidad, donde todos puedan convivir en libertad y respeto mutuo. Obama ha recuperado para su pueblo su facultad de soñar y eso es una verdadera revolución.

Por último, sólo me cabe recordar que en nuestro país ya conocimos de ejemplos de este tipo, aunque algunos ya quisieran que fuese olvidado, me refiero a Haya de la Torre y la generación fundadora del aprismo. Ellos también hicieron una revolución, sobre la cual los apristas de verdad tenemos que volver.

CURSO EN DESARROLLO INTEGRAL JICA - JAPON.

CURSO COHESIÓN SOCIAL Y LOS BICENTENARIOS. FIIAP - AECID.

PREMIACIÓN A LA MUJER CAJAMARQUINA

Powered By Blogger