VÍCTOR RAÚL EL HOMBRE INMORTAL.

El 02 de agosto de cada año conmemoramos la partida al infinito del jefe y fundador de la mayor causa política y humana del pueblo indoamericano. Pero más allá de su connotación política, Víctor Raúl era un Ser Humano. Alguna vez leí que él mismo se sorprendía de la imagen –casi mítica- que sobre su nombre existía. Y es que el “Haya de la Torre” que creó el pueblo, era más que un defensor de los pobres o un cruzado por la causa de la justicia, era el ser que daba esperanza en un porvenir mejor para los más necesitados.

Los estudiosos dicen que en los pueblos latinoamericanos, aún con bajo nivel de desarrollo de la cultura política, ésta es antropomorfa. Es decir se centra en la figura de los hombres más que en el de las ideas. Víctor Raúl lo sabía, pero a la par también conocía que en nuestros países toda causa personalista seguía la misma suerte de su mentor, es decir algún día también debía de morir.

Haya tuvo todas las condiciones para ser un “caudillo”, alguien a quien las masas siguieran por el solo hecho de su personalidad. ¡Cuántos de estos ejemplares ha habido en nuestra historia republicana! ¿Y cuantas veces Víctor Raúl, el ser humano, no habrá sido tentado de esta forma? A todo gran hombre se le ha presentado, como al Mesías, algún tipo de diabólica tentación. Empero su grandeza mayor, la verdadera trascendencia de su obra, como Jesús, estuvo en no haber cedido a la provocación.

¿Acaso a Haya de la Torre no se le ofreció el poder? ¿Acaso a Víctor Raúl no se le ofrecieron riquezas? ¿Acaso no se le dijo que claudicara y que así podría obtener todo lo que quisiera? Sin embargo, él nunca lo hizo. Podía haber sido todo lo que quisiera. Empero, por su formación integral, porque sabía que había otra forma de ser inmortal, nunca se entregó.

¿Acaso puede olvidarse el Fausto de Goethe, que cediendo a las tentaciones de Mefistófeles, tuvo que dar su alma para conseguir los placeres terrenos?

¿Cuán grande fue el espíritu de Víctor Raúl, no es cierto? Sólo los espíritus inmortales son capaces de dominar las tentaciones de esta vida mortal.

¿Pero Haya fue un ser diferente? ¿Acaso no nació de hombre y mujer? ¿Por qué entonces sacrificó su vida mundana y personal? Lo hizo, por una sola razón, porque comprendió que en nuestros países corroídos moralmente por la colonia y una falsa república, lo que hacía falta era una revolución de los espíritus. Pero una revolución que, paradójicamente, empezaba por el dominio de la conciencia sobre la materia.

¿Acaso Víctor Raúl nunca pecó? No seamos tampoco extremistas. Pero, en lo esencial, en lo más grande de sí, jamás lo hizo. Nunca vendió su conciencia a cambio del dinero o del poder.

Pero ¿qué fue lo “más grande” en él? Su capacidad de predicar con el ejemplo. De entregarse en cuerpo y alma a la causa que enarbolaba. Eso lo hizo el más grande y el primero. ¿Es que no hubo mejores oradores que él? ¿ES que no hubo mejores filósofos que él? ¿ES que no hubo más eruditos que él? ¿Es que no hubo mejores organizadores que él? Pero él se distinguió por algo, él puso su propia existencia al servicio del ideal!!!

En los momentos difíciles podía haberse ido al extranjero, como tantos otros lo hicieron. Por el contrario, los dictadores debieron sufrir de su presencia, y los combatientes inmortales como él, supieron de su compañía.

¡Ese es el secreto de la inmortalidad de Haya de la Torre, haberse entregado en cuerpo y alma a la causa que defendió!

Puede haber habido mejores ideólogos.
Puede haber habido grandes caudillos.
Puede haber habido superiores intelectos.

Pero, en nuestro país, sólo hubo un hombre que lo entregó todo. Y eso lo hizo inmortal.

Y si lo hizo, no fue para ganar la gloria, ni las alabanzas, no nos equivoquemos!!! No traicionemos su memoria!!!

Víctor Raúl hizo todo eso, para demostrar que podíamos forjar dentro de cada uno de nosotros a un hombre nuevo!!!

Esa fue la verdadera esencia revolucionaria del mensaje, hecho práctica de vida, de Víctor Raúl Haya de la Torre.

¿Estás tú dispuesto a seguir sus huellas, y ser también inmortal?