lunes, junio 08, 2009

LA LECCIÓN DE BAGUA.

Los lamentables hechos del nefasto viernes 05 de junio establecen un parte aguas en la historia política reciente del Perú. Así como cuando un ser humano se enferma deja aflorar las debilidades de su cuerpo, las sociedades en momentos de crisis demuestran las contradicciones que se anidan en su seno.

Nuestro país sigue siendo una república donde más allá de las líricas declaraciones, continúa la diferencia entre ciudadanos de primera y de segunda categoría. Decimos esto, porque mientras la empresa Doe Run comete una serie de faltas que traen consecuencias gravísimas en lo económico, ambiental y social, y así y todo no es sancionada proporcionalmente, la toma de la carretera Fernando Belaúnde en su kilómetro 200 fue reprimida violentamente. Por otro lado, cerca de 40 niños han muerto en Puno por causa del friaje, a pesar de contarse con las vacunas que no fueron aplicadas oportunamente. Pero nadie, nadie, es sancionado. Y todo ¿porqué? Sencillamente, porque tanto Bagua en Amazonas, como Carabaya en Puno, están a miles de kilómetros de distancia de Lima. Mientras que el propietario de la Doe Run puede tomar su avión y llegar en horas a Lima a negociar la situación de su empresa.

Ese tipo de actitudes de parte del Estado peruano forma parte de un problema estructural, que justamente ahora aflora.

El problema central del Perú es cómo construir una modernidad inclusiva con un Estado que sirva para todos. Es decir lograr que los beneficios del desarrollo, la tecnología y el crecimiento, lleguen a todos por igual sin alterar sus estilos de vida. Es justamente en esta última frase donde reside lo más agudo del conflicto, “no alterar sus estilos de vida”. La modernidad occidental plantea la uniformización de esos estilos, la fase actual del imperialismo consiste justamente en la forma en que se homogenizan las costumbres de las personas. Pero esos estilos occidentales son los que están ocasionando los mayores daños a la vida sobre la Tierra.

La imposición de esos “estilos” toma un carácter netamente imperialista. Y la lucha por la resistencia a ellos y la construcción de los propios es una lucha antimperialista. Aunque a muchos les resulte un “refrito”, que no lo es, porque ese antimperialismo ya no es sólo una lucha por la autonomía económico-política, es también y fundamentalmente una lucha por la vida.

El conflicto de Bagua ha sido por imponer la ley del Estado, un Estado que no se preocupa de la misma forma por quienes no tienen influencia política o económica. Son pocos o no tienen dinero, por tanto no “pesan” políticamente. Sin embargo, ahí están las consecuencias: La violencia de la resistencia.

La vieja clase política continúa con los vicios criollos de subestimar la importancia de las culturas aborígenes y mestizas. Y es que ellos no saben lo que es hacer política intercultural, como ha tenido que aprender a hacerlo ahora Europa, luego de su fracasada intervención en los Balcanes.

Un ejemplo de lo que es saber cómo influye la cultura de los pueblos en el comportamiento de las personas lo dio Túpac Amaru II. Durante su levantamiento tuvo la oportunidad de tomar el Cusco, pero no lo hizo, porque sabía de la fiereza de las huestes indias que no podían apreciar las diferencias políticas entre los criollos y los españoles. Si tomaba el Cusco podía darse una matanza indiscriminada, aún con sus propios simpatizantes. Así que para que ello no ocurriera desistió de la idea. Ese es el mejor ejemplo en nuestra historia de cómo los políticos deben conocer e incorporar a sus decisiones los caracteres de los pueblos en la pluralidad existente.

Pero lo hecho, hecho está. Y los acontecimientos de ese viernes negro afectan tanto a los promotores de la violencia como a sus represores por su falta de inteligencia para afrontar el problema eficientemente. El Perú condena tanto a unos como a otros. Porque mientras que la nacionalidad peruana se viene construyendo silenciosa pero sostenidamente desde abajo, los viejos políticos con su lógica confrontacional la están acabando. Véase sino esos titulares de la prensa amarilla haciendo ver a los nativos como salvajes prehistóricos, como imaginamos los agitadores tratarán de hacer ver a los criollos y mestizos como asesinos y opresores. A los dos hay que darles con la puerta en la cara.

Como lo venimos proclamando hace mucho tiempo, un estilo de hacer política está muriendo. Es la hora del cambio, es la hora que surjan actores políticos renovadores que busquen el consenso antes que la confrontación. Es la hora de incluir a todos los peruanos, reconociendo nuestras diferencias, pero priorizando nuestras coincidencias. Es la hora del diálogo, es la hora de la renovación.

Lima, 08 de junio del 2009.

CURSO EN DESARROLLO INTEGRAL JICA - JAPON.

CURSO COHESIÓN SOCIAL Y LOS BICENTENARIOS. FIIAP - AECID.

PREMIACIÓN A LA MUJER CAJAMARQUINA

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