martes, agosto 05, 2008

LA CULTURA, EL CASILLERO QUE FALTA LLENAR.

El Presidente García en el mensaje del 28 de julio pasado ha efectuado la propuesta de la “reforma del alma” como un elemento indispensable para el enrumbamiento de nuestro país hacia el desarrollo. La tarea de la reforma, la ha planteado el presidente como una obra que comprende fundamentalmente el ámbito interior de cada persona, cómo ser en verdad mejores, como padres, hijos, vecinos, trabajadores, ciudadanos, en dos palabras, como seres humanos. Nunca hubo un llamado al pueblo tan trascendente como éste, sólo comparable a la proclamación auroral de Haya de la Torre a la “precursora revolución de los espíritus”.



¿Cómo es que hemos llegado a la situación actual, en que es necesario que un presidente de la República haga este tipo de llamados? Un sin fin de veces hemos comentado la característica de la crisis estructural que vive el Perú, y que se expresa en un solo vocablo: Anomia. Éste es un concepto sociológico creado por Emilio Durkheim, real fundador de la sociología. Pero fue un sociólogo norteamericano, Talcot Parsons quien estudió a profundidad el fenómeno. De acuerdo a este autor, la anomia es producto de la diferencia entre los objetivos y normas convencionales de vida en una sociedad, con las condiciones reales que ella misma crea para la acción por parte de sus integrantes. Es así como ante metas altas de realización individual, pero con carencia de condiciones materiales reales de alcanzarlas, se produce un comportamiento anormal que comienza a violar los valores y normas establecidas con tal de alcanzar aquellos objetivos.



En buen cristiano, la sociedad nos enseña los modelos de realización individual: una casita o un departamento bien amobladito, lleno de artefactos eléctricos (de esos que se ven en la publicidad cotidiana), un auto de marca, ropa a la moda, etc. Son los jóvenes y las mujeres los principales objetivos de la propaganda consumista, y a la par los más exigentes de que se cumplan sus mandatos. Pero no nos dá las posibilidades de tener los ingresos necesarios para pagar esos niveles de consumo. ¿Qué le queda al padre y madre de familia para cumplir el mandato familiar? Más aún cuando la sociedad te da pocas oportunidades para generar, sostener y multiplicar tu autoestima.



Las condiciones reales de la sociedad peruana no garantizan aún la sostenibilidad de un modelo consumista intensivo. Ergo, nunca alcanzarán los ingresos para solventar el modelo de vida impuesto. Por ende, la salida más fácil es buscarse la generación de ingresos “extras” con los cuales sustentar el gasto excesivo. Con el agravante que en muchas ocasiones la forma de agenciarse esos “extras” no se ajusten a la ley y mucho menos a la moral públicas.



El simplista procedimiento del castigo no es suficiente cuando el mal está generalizado en todos los estratos sociales. Siempre hay forma de evadirse de las penas si otros lo hacen también (los de “arriba”, los que “tienen vara”, etc.). Proceder de esta forma es como cortar las hojas de la hierba mala. Si no se arranca la raíz igual volverá a crecer.



¿El problema se resolvería aumentando el crecimiento y redistribuyendo rápidamente, de manera que todos tengan para aumentar su capacidad de consumo? Estamos viendo que no. Como dijo un economista de la década pasada. El crecimiento económico es como el semáforo de las avenidas, mientras los de adelante reaccionan siempre se demora tu partida, más aún si te encuentras muy atrás. Hasta aquí afrontamos un problema ciertamente coyuntural. Otro tema es si hablamos de los modelos y las políticas de desarrollo.



Fue Haya de la Torre quien planteó la aplicación de los conceptos de las ciencias físicas a la política. Víctor Raúl explicó que así como el espacio-tiempo tiene cuatro dimensiones, el desarrollo de un país también las tenía: economía, política, sociedad y finalmente, la cultura.



Un modelo de desarrollo debe arquitecturarse en base a esas cuatro dimensiones, interdependientemente, sistémicamente. Ninguno de sus aspectos puede estar divorciado del otro. Así el gobierno ya no es sólo una ciencia sino también un arte. Bueno, la sociedad peruana ha carecido hasta el momento de política cultural, que no es solamente la expresión artística o el conocimiento, o la aprehensión de costumbres exógenas. Por el contrario, la sociedad peruana tiene una cultura propia riquísima, producto de miles de años de devenir, enraizada fuertemente en la evolución de las poblaciones de la costa, la sierra y la selva. Siendo uno de los causales del fracaso de los modelos aplicados en nuestro país, la aplicación de recetas importadas que ignoraban la integridad de nuestro espacio-tiempo histórico, signado básicamente por nuestra cultura, lo que otros llaman el “alma nacional” o el “espíritu de la sociedad”.



La dimensión del reto de la política cultural del Estado, expresado a través del ministerio de Cultura, implica entonces no sólo resolver los problemas inmediatos, coyunturales del país, sino contribuir firmemente a crear las verdaderas condiciones para el despegue nacional, y ese gran reto de construir la patria indoamericana.





Lima, 05 de agosto del 2008

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